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LETRAS NÓMADAS

Las cosas que quieres

Quisiera apuntar ahora una nota para la reflexión. El otro día escuchaba el disco Dos caras distintas  de Los Secretos (del año 1995) y me dejé seducir por una melodía que iba acompañada de la siguiente letra:

"Después de andar tanto tiempo
tengo los pies tan cansados
de andar por la cuerda floja,
de andar de un lado a otro lado.

Pero ahora quiero olvidar
y buscar dónde pararme,
vale la pena intentar
seguir mirando adelante.

Pero las cosas que quieres
no las debes de olvidar,
toda la vida buscando
lo que al lado tienes ya.

Pero las cosas que quieres
tú las debes de cuidar,
nunca sabes lo que tienes
hasta no tenerlo más".

A veces es bueno detenerse a pensar en este
 tipo de cosas. Para mí la canción habla de una
 gran verdad, es una manera de expresar el
mítico refrán de "Uno nunca sabe lo que tiene
hasta que lo pierde". Algo así dice, creo recordar.
Cuántas veces nos lamentamos de lo que no
tenemos, de aquello que nos falta, de que "si
yo tuviera esto... qué feliz sería..." En ocasiones
basamos ese estado de dicha en la posesión de
 objetos materiales, la saga de no sé qué
videojuegos, un vestido para cada día de la semana,
 el perfume de no sé qué diseñador... pero díganme,
 ¿cuántas personas pueden vivir sin esa serie de cosas,
 y cuántas pueden vivir sin un amigo, sin una "familia"?
 Al comercio le puede salir rentable hacernos creer
que nuestra felicidad se basa en sus productos,
 pero ¿qué pasa cuando ocurre algo grave a alguien
 a quien queremos? ¿Es realmente necesario que
perdamos algo para que seamos conscientes de su valor?

A continuación expongo un fragmento de El Principito,
 en el que se trata sobre el valor de las relaciones humanas:

"El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
- ¡Por favor... domestícame! -dijo.
- Bien lo quisiera - respondió el principito -,
pero no tengo mucho tiempo.
Tengo que encontrar amigos y conocer
muchas cosas.
- Sólo se conocen las cosas que se domestican
- dijo el zorro -. Los hombres ya
 no tienen tiempo de conocer nada.
 Compran cosas hechas a los mercaderes.
Pero como no existen mercaderes de amigos,
 los hombres ya no tienen amigos. Si quieres
un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? - dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente - respondió el zorro -.
Te sentarás al principio un poco lejos de mí,
así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada.
La palabra es fuente de malentendidos.
Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-.
 Si vienes, por ejemplo, a las cuatro
de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré.
A las cuatro me sentiré agitado e inquieto;
¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes
a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar
mi corazón... los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? - dijo el principito.
- Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro -.
 Es lo que hace que un día sea diferente de los
otros días: una hora, de las otras horas.
 Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito.
El jueves bailan con las muchachas del pueblo.
El jueves es, pues, un día maravilloso.
Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores
 no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían
y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro.
 Y cuando se acercó la hora de la partida:
- ¡Ah!... - dijo el zorro - Voy a llorar.
- Tuya es la culpa - dijo el principito -.
No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
- Sí -dijo el zorro.
- Entonces, no ganas nada.
- Gano - dijo el zorro -, por el color de trigo.
Luego, agregó:
- Ve y mira nuevamente a las rosas.
Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás
para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada
aún - les dijo -. Nadie os ha domesticado
y no habéis domesticado a nadie.Sois como era mi zorro.
 No era más que un zorro semejante a cien
mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías - les dijo todavía-.
No se puede morir por vosotras. Sin duda que un
transeúnte común creerá que mi rosa se os parece.
Pero ella sola es más importante que todas vosotras,
puesto que ella es la rosa a quien he regado. Puesto
que es ella la rosa a quien puse bajo un globo.
 Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo.
 Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté
 (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas).
Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse,
o alabarse, o aun, algunas veces, callarse.
 Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós -dijo.
- Adiós - dijo el zorro -. He aquí mi secreto.
Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón.
Lo esencial es invisible a los ojos
.
- Lo esencial es invisible a los ojos - repitió el
principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que
tu rosa sea tan importante
- El tiempo que perdí por mi rosa... - dijo
el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad - dijo el zorro -,
 pero tú no debes olvidarla. Eres responsable
para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito, a fin de acordarse".

El principito . Antoine de Saint-Exupéry
Traducción de Bonifacio del Carril, edición de bolsillo de Alianza Editorial.

4 comentarios

Annula -

¡Hola Israel!

Acabo de ver tus dos comentarios, estoy muy de acuerdo contigo, como he dejado ver ya con el artículo publicado. Somos un animal social y parte de nuestra felicidad reside en nuestros amigos y en el trato social, aunque últimamente primen tanto el materialismo y la crematística, como si nada más importara en el mundo. Efectivamente, como bien dice el refrán, "quien tiene un amigo tiene un tesoro". Pero no son cosas, sino seres a los que debemos cuidar y tratar.

Muchas gracias por el enlace al post, me alegro de que te haya gustado tanto.

¡Saludetes!
Annula

israEL -

El día nueve de noviembre saldrá enlazado este "post" en mi bitácora, PORQUE MERECE LA PENA COMPARTIRLO.

Un abrazo (desde puntasconresaka).

israEL -

Hacía tiempo que no leía a "El Principito" de Saint-Exupery. Ahora he entendido que quizá demasiado.
Un profesor precisamente nos regaló ese libro y nos señaló y remarcó la frase que tú también destacas.
Es increíble leer algo así. Es increíble, real y fabuloso.
Si no dedicamos tiempo a algo o alguien, no tendrá valor para nosotros. Parece fácil de seguir esta máxima pero la velocidad de la civa cotidiana nos vacía de tiempo y, cuando nos damos cuenta, nada tenemos que no sean rutinas tales como trabajar, hacer la compra o ir al gimansio. ¡Una pena!

(Mis padres no entienden que dedique "tanto" tiempo a los amigos, que visite a las amistades que me quedan lejos, que cuide mínimamente a la gente que estimo... Pero, sin ellos y ellas, yo no sería el mismo, ni ellos tampoco). Ahora que la vida en pareja tiene escasa duración y una clara fecha de caducidad en la mayoría de los casos, debemos entender que el refugio y la felicidad está en nuestros amigos. Ellos son la familia que elegimos.

Un fuerte abrazo, Annula.
Pronto recomendaré este artículo en mi bitácora.

Gracias por seguir ahí.

Anónimo -

Precisamente ayer vi una entrevista a Eduardo Punset, y hablaba sobre la felicidad y como conseguirla. Él puso el ejemplo de su perro, que mostraba gran felicidad cuando veía a su dueño prepararle la comida. Pero, una vez puesta en el comedero, a veces no se la comía inmediatamente... el momento de felicidad estaba en la espera... en esperar a que llegara la comida. comérsela ya no era un momento tan feliz.
La sugerencia es que la felicidad está en el proceso, no en la meta. Desear algo lo vivimos con ansiedad y, cuando las conseguimos no colman nuestras expectativas tal como habíamos soñado. La felicidad está en la espera... en el proceso de conseguir lo que deseamos, pero esos momentos, a menudo, los llevamos fatal.