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LETRAS NÓMADAS

Cerrando ciclos

Partiendo de la idea de que el conjunto de nuestra vida supone un ciclo, y que actuamos a lo largo de un determinado ciclo histórico, que somos páginas de la historia para los que vendrán después, del mismo modo somos conscientes de que dentro de nuestra existencia se suceden una serie de muy diferentes ciclos, de variada extensión y que se prolongan de muy distintas maneras para cada uno de nosotros.

Primero vamos al colegio, nos divertimos jugando a cualquier cosa, todo nos produce asombro, aprendemos poco a poco a encajar en este mundo que ahora es así por esa serie de acontecimientos que han tenido lugar en todo ese lapso de tiempo en que ni siquiera habíamos llegado. Nuestra única preocupación era estar divertidos y pasarlo bien.

Después llega la etapa de la educación secundaria, momento en el que toca desplazarse a un nuevo centro educativo. En algunos casos hay quien conserva a sus compañeros, pero otros tienen que adaptarse a un nuevo ambiente y despedirse de sus queridos compañeros de cole. Comenzamos a salir de ese mundo de juegos perpetuos para ir adentrándonos progresivamente en la maraña de la vida real, esa que vemos que llevan los adultos y que en pocos años empezará a ser ya la nuestra. Llega el turno sobre los serios planteamientos acerca de nuestro futuro, nuestra filosofía de vida comienza a forjarse en estos momentos, y además ya vamos entrando en un campo nuevo para nuestra carrera de vida: la sexualidad. Somos ya un proyecto de vida adulta.

La finalización de la secundaria conlleva una encrucijada importante para nosotros: algunos deciden proseguir los estudios, ya muy especializados, y otros optan por iniciar ya la vida laboral. En cualquier caso a partir de aquí se dividen unos cuantos caminos que se progresivamente se harán más individualizados. Continuamente estamos cerrando ciclos para abrir otros nuevos, y en el camino se nos queda mucha gente, y otra tanta nueva que ganamos. La vida es como las olas del mar, un continuo viene y va, y hay que estar alerta para no ahogarse en un agitado temporal.

Después de varios años de estabilidad laboral (si esta se alcanza) llega el turno también de despedirse y la jubilación llama a nuestra puerta (si llegamos a esas alturas), y volvemos a una especie de infancia, aunque en esta ocasión más cerca del fin que del principio. Incluso puede que nuestros gustos y apetencias hayan variado a lo largo de nuestras distintas épocas.

Esto ha sido un resumen muy somero y generalizado de lo que sería una vida humana común.

Estamos condenados a participar de distintos ciclos que renovarán nuestra esencia y nos harán disfrutar de una forma especial de cada trayecto que hemos realizado dentro de esta carrera de fondo que es la vida. A todos los que me leéis, ¡mucha suerte con vuestros ciclos! Que cada puerta abierta nos lleve a agradables estancias, y que tras cada puerta cerrada, quede el grato recuerdo que nos aliente a continuar con la misma ilusión, esperanza y energía que nos impulsaba en cada juego de la infancia. 

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