Blogia
LETRAS NÓMADAS

Pensamientos

Dos reflexiones con un mismo fin

Abro un paréntesis de reflexión:

"¿Esto del medio ambiente será porque ya destruimos la mitad?" Anónimo

"Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero." Proverbio hindú.

Saludos y hasta pronto.

Feliz año nuevo 2011

Decía Aristóteles que "la esperanza es el sueño del hombre despierto". Hoy me apetecía rescatar este pensamiento del filósofo griego para felicitar el año a los lectores del blog.

Que no perdamos la esperanza para avanzar hacia mejores horizontes, que lleguen tiempos más prósperos, que este mundo vaya curando sus heridas.

Que estemos despiertos para poner de nuestra parte en que todo mejore cuanto pueda, hacen falta muchas manos para las grandes empresas.

Los sueños de la vigilia son también necesarios y nuestra evolución en la naturaleza no sólo una necesidad, sino una norma de la naturaleza.

Que por imposibles que parezcan ciertos sueños, nunca hay que rendirse.

Mantengamos la esperanza como el motor que nos impulsa hacia gratos destinos.

Que poco a poco se vayan cumpliendo (al menos en parte, al menos algunos)  nuestros sueños y proyectos. Que el nuevo año 2011 nos ayude y reparta buena suerte.

FELIZ AÑO 2011

La importancia de las preguntas

La importancia de las preguntas

Recordando el acto celebrado en la Feria de Libro de Madrid con la presencia de Jostein Gaarder, olvidé comentar en mi otro post anterior que un punto destacado aquella tarde fue "La importancia de las preguntas", la necesidad de la curiosidad humana y la constante capacidad de plantearse interrogantes, aunque carezcan de respuesta.

El filósofo es como un niño que aún está asombrado ante el universo, lo sigue mirando con la misma perplejidad de antaño, y sigue haciéndose múltiples preguntas sobre nuestro origen y naturaleza, sobre todo aquello que nos rodea... aun a sabiendas de que la mayoría de cuestiones ni tienen respuesta y que posiblemente jamás la lleguen a tener.

Y entonces... ¿por qué hacernos preguntas que no podemos responder?

Si el ser humano desde la época más primitiva no se hubiera cuestionado sobre su naturaleza, seguramente seguiríamos viviendo en cuevas, cazando y vistiendo con la piel de los animales de nuestro entorno... no habría sido posible tal evolución. Nos habríamos limitado a vivir, sin más. Sin embargo, el ser humano ha ido progresando en los aspectos materiales, hemos mejorado las viviendas, los medios de transporte, la medicina, el conocimiento científico, y en general la calidad de vida. ¿A qué ser humano de la Edad de Piedra se le podría haber pasado por la cabeza que la Tierra era redonda?

Y desde luego, si no nos hubiéramos preguntado sobre nuestros orígenes, nuestro entorno... quizá siguiéramos convencidos de que vivimos en un planeta plano. La curiosidad humana decidió salir al exterior. Incluso Armstrong llegó a pisar la Luna. Cualquier personaje medieval pensaría que estamos fantaseando si tuviéramos ocasión de contárselo.

Han sido precisamente las preguntas, nuestras curiosidades, nuestras inquietudes, las que nos han permitido seguir avanzando por el camino del progreso. Seguramente muchas de ellas ni tengan respuesta ni solución, pero al menos nos dan la oportunidad de continuar dando pasos, y quién sabe, zancadas sobre las sendas de nuestro universo. El ser humano es el animal del pensamiento, esa es nuestra característica propia: las preguntas (incluso las que no tengan respuesta) son para nosotros una necesidad, son eslabones en nuestra cadena de evolución. He aquí la importancia de las preguntas.

Cerrando ciclos

Partiendo de la idea de que el conjunto de nuestra vida supone un ciclo, y que actuamos a lo largo de un determinado ciclo histórico, que somos páginas de la historia para los que vendrán después, del mismo modo somos conscientes de que dentro de nuestra existencia se suceden una serie de muy diferentes ciclos, de variada extensión y que se prolongan de muy distintas maneras para cada uno de nosotros.

Primero vamos al colegio, nos divertimos jugando a cualquier cosa, todo nos produce asombro, aprendemos poco a poco a encajar en este mundo que ahora es así por esa serie de acontecimientos que han tenido lugar en todo ese lapso de tiempo en que ni siquiera habíamos llegado. Nuestra única preocupación era estar divertidos y pasarlo bien.

Después llega la etapa de la educación secundaria, momento en el que toca desplazarse a un nuevo centro educativo. En algunos casos hay quien conserva a sus compañeros, pero otros tienen que adaptarse a un nuevo ambiente y despedirse de sus queridos compañeros de cole. Comenzamos a salir de ese mundo de juegos perpetuos para ir adentrándonos progresivamente en la maraña de la vida real, esa que vemos que llevan los adultos y que en pocos años empezará a ser ya la nuestra. Llega el turno sobre los serios planteamientos acerca de nuestro futuro, nuestra filosofía de vida comienza a forjarse en estos momentos, y además ya vamos entrando en un campo nuevo para nuestra carrera de vida: la sexualidad. Somos ya un proyecto de vida adulta.

La finalización de la secundaria conlleva una encrucijada importante para nosotros: algunos deciden proseguir los estudios, ya muy especializados, y otros optan por iniciar ya la vida laboral. En cualquier caso a partir de aquí se dividen unos cuantos caminos que se progresivamente se harán más individualizados. Continuamente estamos cerrando ciclos para abrir otros nuevos, y en el camino se nos queda mucha gente, y otra tanta nueva que ganamos. La vida es como las olas del mar, un continuo viene y va, y hay que estar alerta para no ahogarse en un agitado temporal.

Después de varios años de estabilidad laboral (si esta se alcanza) llega el turno también de despedirse y la jubilación llama a nuestra puerta (si llegamos a esas alturas), y volvemos a una especie de infancia, aunque en esta ocasión más cerca del fin que del principio. Incluso puede que nuestros gustos y apetencias hayan variado a lo largo de nuestras distintas épocas.

Esto ha sido un resumen muy somero y generalizado de lo que sería una vida humana común.

Estamos condenados a participar de distintos ciclos que renovarán nuestra esencia y nos harán disfrutar de una forma especial de cada trayecto que hemos realizado dentro de esta carrera de fondo que es la vida. A todos los que me leéis, ¡mucha suerte con vuestros ciclos! Que cada puerta abierta nos lleve a agradables estancias, y que tras cada puerta cerrada, quede el grato recuerdo que nos aliente a continuar con la misma ilusión, esperanza y energía que nos impulsaba en cada juego de la infancia. 

Las cosas que quieres

Quisiera apuntar ahora una nota para la reflexión. El otro día escuchaba el disco Dos caras distintas  de Los Secretos (del año 1995) y me dejé seducir por una melodía que iba acompañada de la siguiente letra:

"Después de andar tanto tiempo
tengo los pies tan cansados
de andar por la cuerda floja,
de andar de un lado a otro lado.

Pero ahora quiero olvidar
y buscar dónde pararme,
vale la pena intentar
seguir mirando adelante.

Pero las cosas que quieres
no las debes de olvidar,
toda la vida buscando
lo que al lado tienes ya.

Pero las cosas que quieres
tú las debes de cuidar,
nunca sabes lo que tienes
hasta no tenerlo más".

A veces es bueno detenerse a pensar en este
 tipo de cosas. Para mí la canción habla de una
 gran verdad, es una manera de expresar el
mítico refrán de "Uno nunca sabe lo que tiene
hasta que lo pierde". Algo así dice, creo recordar.
Cuántas veces nos lamentamos de lo que no
tenemos, de aquello que nos falta, de que "si
yo tuviera esto... qué feliz sería..." En ocasiones
basamos ese estado de dicha en la posesión de
 objetos materiales, la saga de no sé qué
videojuegos, un vestido para cada día de la semana,
 el perfume de no sé qué diseñador... pero díganme,
 ¿cuántas personas pueden vivir sin esa serie de cosas,
 y cuántas pueden vivir sin un amigo, sin una "familia"?
 Al comercio le puede salir rentable hacernos creer
que nuestra felicidad se basa en sus productos,
 pero ¿qué pasa cuando ocurre algo grave a alguien
 a quien queremos? ¿Es realmente necesario que
perdamos algo para que seamos conscientes de su valor?

A continuación expongo un fragmento de El Principito,
 en el que se trata sobre el valor de las relaciones humanas:

"El zorro calló y miró largo tiempo al principito:
- ¡Por favor... domestícame! -dijo.
- Bien lo quisiera - respondió el principito -,
pero no tengo mucho tiempo.
Tengo que encontrar amigos y conocer
muchas cosas.
- Sólo se conocen las cosas que se domestican
- dijo el zorro -. Los hombres ya
 no tienen tiempo de conocer nada.
 Compran cosas hechas a los mercaderes.
Pero como no existen mercaderes de amigos,
 los hombres ya no tienen amigos. Si quieres
un amigo, ¡domestícame!
- ¿Qué hay que hacer? - dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente - respondió el zorro -.
Te sentarás al principio un poco lejos de mí,
así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada.
La palabra es fuente de malentendidos.
Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente volvió el principito.
- Hubiese sido mejor venir a la misma hora -dijo el zorro-.
 Si vienes, por ejemplo, a las cuatro
de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres.
Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré.
A las cuatro me sentiré agitado e inquieto;
¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes
a cualquier hora, nunca sabré a qué hora preparar
mi corazón... los ritos son necesarios.
- ¿Qué es un rito? - dijo el principito.
- Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro -.
 Es lo que hace que un día sea diferente de los
otros días: una hora, de las otras horas.
 Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito.
El jueves bailan con las muchachas del pueblo.
El jueves es, pues, un día maravilloso.
Voy a pasearme hasta la viña. Si los cazadores
 no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían
y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro.
 Y cuando se acercó la hora de la partida:
- ¡Ah!... - dijo el zorro - Voy a llorar.
- Tuya es la culpa - dijo el principito -.
No deseaba hacerte mal pero quisiste que te domesticara...
- Sí -dijo el zorro.
- Entonces, no ganas nada.
- Gano - dijo el zorro -, por el color de trigo.
Luego, agregó:
- Ve y mira nuevamente a las rosas.
Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás
para decirme adiós y te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver nuevamente a las rosas:
- No sois en absoluto parecidas a mi rosa: no sois nada
aún - les dijo -. Nadie os ha domesticado
y no habéis domesticado a nadie.Sois como era mi zorro.
 No era más que un zorro semejante a cien
mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Y las rosas se sintieron bien molestas.
- Sois bellas, pero estáis vacías - les dijo todavía-.
No se puede morir por vosotras. Sin duda que un
transeúnte común creerá que mi rosa se os parece.
Pero ella sola es más importante que todas vosotras,
puesto que ella es la rosa a quien he regado. Puesto
que es ella la rosa a quien puse bajo un globo.
 Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo.
 Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté
 (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas).
Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse,
o alabarse, o aun, algunas veces, callarse.
 Puesto que ella es mi rosa.
Y volvió hacia el zorro:
- Adiós -dijo.
- Adiós - dijo el zorro -. He aquí mi secreto.
Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón.
Lo esencial es invisible a los ojos
.
- Lo esencial es invisible a los ojos - repitió el
principito, a fin de acordarse.
- El tiempo que perdiste por tu rosa hace que
tu rosa sea tan importante
- El tiempo que perdí por mi rosa... - dijo
el principito, a fin de acordarse.
- Los hombres han olvidado esta verdad - dijo el zorro -,
 pero tú no debes olvidarla. Eres responsable
para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito, a fin de acordarse".

El principito . Antoine de Saint-Exupéry
Traducción de Bonifacio del Carril, edición de bolsillo de Alianza Editorial.