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LETRAS NÓMADAS

El libro de los filósofos muertos

El libro de los filósofos muertos

Una lectura que me gustó especialmente, y que hice algo antes de Navidad, es El libro de los filósofos muertos, de Simon Critchley. Se trata de una obra peculiar en la que se centra en el tema de la muerte, fijando el punto de atención en cómo murieron un buen número de filósofos, desde los presocráticos hasta los contemporáneos del siglo XX. Ciertamente hallamos en él fallecimientos de lo más curiosos, otros no tanto, experiencias cercanas a sus últimos momentos, de paso que repasa ligeramente algunas de sus ideas, fundamentalmente referidas a la muerte. Siempre de manera amena y divertida, conduciendo al lector hacia la reflexión. Quizás sea cierto lo que ya decía Montaigne: "Que filosofar es aprender a morir".

Me llamó especialmente la atención una anécdota referida a Albert Camus... él consideraba que no había muerte más tonta que la causada en un accidente de tráfico. Resulta que finalmente él mismo terminó muriendo en un accidente de tráfico.

Os dejo el mensaje de la contraportada:

"¿La muerte?No pienso en ella".

Si este comentario, atribuido a Jean-Paul Sartre, es cierto, entonces él era único entre los filósofos. Ya que, como Simon Critchley muestra en este original y estimulante libro, la cuestión de qué puede considerarse una "buena muerte" ha sido desde tiempos muy remotos, la preocupación central de la filosofía.

Pero ¿qué hay de las propias muertes de los filósofos? De las 190 que aquí se relatan, muchas son extravagantes, y abundan las historias de locura, asesinatos, suicidio y padecimiento. Heráclito murió asfixiado en estiércol; Empédocles se zambulló en el Etna esperando convertirse así en un dios; las últimas palabras de Hegel, refiriéndose a sí mismo, fueron: "sólo un hombre me ha comprendido en la vida, y aun él creo que no me comprendió"; Jeremy Bentham se hizo disecar y se halla, a la vista de todos, en el University College de Londres; Nietzsche sufrió una lenta y estúpida muerte a raíz de haber besado a un caballo en Turín...

Desde la autoburla de los maestros zen en los haikus en su lecho de muerte hasta las últimas palabras de los santos cristianos o de los sabios contemporáneos, El libro de los filósofos muertos inspira tanto diversión como reflexión. Como Critchley demuestra con brillantez, observar de cerca lo que los grandes pensadores dijeron de la muerte resulta ser una optimista indagación sobre el significado y la viabilidad de la felicidad humana. Para aprender a vivir hay que saber morir.

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