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LETRAS NÓMADAS

Colores

Agosto y las paradas en su andén

Agosto y las paradas en su andén

Tres destinos, tres mares distintos (Báltico, Mediterráneo y Cantábrico) y dos países diferentes (uno de ellos España). Amplia planificación por una parte y algo de improvisación para la segunda parte del mes de agosto: tanto que los dos destinos españoles surgieron a principios del mismo mes de manera inesperada.   He podido disfrutar de muchos colores distintos en unos pocos días de este verano.

Del 5 al 12 de agosto: Finlandia. Mi primera incursión en tierras nórdicas.

16 al 19 de agosto: Málaga. Mi primera incursión en el Mediterráneo andaluz.

20 de agosto: De Madrid a San Sebastián, un viejo conocido.

21 al 28 de agosto: Asturias y algún fragmento de Cantabria.

En la foto se puede ver una fuente junto a la Plaza del Mercado en Helsinki.

Aún me estoy recuperando de tantas nuevas sensaciones. Sobre la mesa me esperan aún varias postales por escribir y enviar.

Tendría que organizarme para empezar a explicar más detalles de cada viaje... y aún, como quien dice, estoy descansando. Hasta pronto.  

Pueblos Negros de Guadalajara

De esto hace ya unas cuantas semanas, pero es de estas cosas que vas dejando pasar y ahí quedan. Mi primera salida de 2010 fue a los Pueblos Negros de Guadalajara. No recuerdo muy bien la fecha, pero seguramente era uno de esos primeros días en que parecía que comenzaba a asomarse el buen tiempo, que luego volvió a empeorar y hasta hace bien poquito no ha llegado la primavera en lo que al clima se refiere. En fin, una idea repentina y una visita de un día por la zona de los Pueblos Negros... quizás no en su mayor esplendor, pero una bocanada de aire puro y remanso de paz al fin y al cabo. Eso sí, ahora mismo no recuerdo ni uno solo de los nombres de los pueblos, tendría que mirarlo en el mapa, pero siento no entretenerme en ello. Quienquiera que sienta curiosidad por ellos, obtendrá mucha mejor información en los buscadores de internet. Están en la zona de la sierra de Guadalajara (mi móvil no tuvo cobertura en todo el día), son unos pequeños pueblos de construcción característica con piedras y techos de pizarra (de ahí lo de "pueblos negros"), que fueron rehabilitados hace relativamente unos pocos años para el turismo, pues eran pueblos condenados a desaparecer, prácticamente todos ellos abandonados. Ahora no ha cambiado mucho la situación, pero hay casas rurales de alojamiento, alguna tienda o bar en cada uno, y en muchos se podría literalmente afirmar que cinco o seis casas.

Iglesia de un Pueblo Negro

Esta de aquí es la iglesia del primero por los que pasé. En el bar de este pueblo degusté unos deliciosos torreznos (caseros y deliciosos) como pincho acompañando mi mosto.

Una casa

En el mismo pueblo vemos una de sus casas. La mayor parte conservan este estilo. Dependiendo del pueblo, algunos son más conservadores, pero otros empiezan a combinar las construcciones típicas del entorno con otras más modernas, más normales, las de ladrillo, vamos, para entendernos.

Un tejado

Un tejado típico de las construcciones de los Pueblos Negros de Guadalajara.

Una calle

Y una calle... con vistas de la sierra al fondo.

¡Saludetes! Todo bien

Blanco, rojo... y amarillo: Córdoba

Al pronunciar el nombre de la ciudad de Córdoba seguramente la imagen que a mucha gente se le pueda venir a la cabeza son los conjuntos de arcos rojos y blancos que caracterizan a su célebre monumento histórico: la Mezquita Catedral. Reproducciones de esos arcos o muy similares pueden verse también en distintos lugares de la ciudad (especialmente establecimientos comerciales u hosteleros), es sin lugar a dudas un destacado emblema cordobés.

Mezquita de Córdoba

El pasado mes de diciembre, por una suerte de circunstancias favorables, pude al fin hacer mi primera visita a esta ciudad andaluza (ya puse en otro artículo anterior que Córdoba aún me esperaba), que me dejó totalmente prendada de su magia. Nada más salir de la estación de trenes fui iniciando mi andadura hacia el casco histórico, atravesando previamente un amplio y agradable parque, en el que hay unos restos de un antiguo mausoleo romano, y ya me fui preparando para adentrarme en los entresijos de una encantadora judería. Justamente antes de entrar ya pude contemplar una muy noble estampa de pequeños estanques ajardinados junto a la muralla.

Córdoba

El encanto de las pequeñas callejuelas de casas encaladas y con zócalos y detalles en color amarillo (el amarillo, mi favorito) es algo que sencillamente me derrite. Sobre todo cuando vas paseando y te topas de vez en cuando con casas que mantienen su puerta abierta para que la gente se sienta libre de contemplar esos bellos patios cordobeses, como el de la siguiente fotografía:

Patio cordobés

El color de los naranjos, esa vida y ese toque tan especial, tampoco los debemos olvidar, así como las abundantes palmeras que pueblan la ciudad:

Córdoba

Algo de lo que más me impresionó de Córdoba fue su Alcázar, donde me sorprendió muy gratamente hallar en su interior mosaicos romanos muy bien conservados, que ni por asomo yo esperaba encontrarme por allí, y no sólo eso, es que todo su entorno era una completa maravilla:

Córdoba

Córdoba

De Córdoba fueron ilustres filósofos, algunos como Séneca, y otros ya medievales como Averroes, Avicena o Maimónides. Incluso de Córdoba eran los padres del malagueño Ibn Gabirol, Avicebrón, otra figura destacada de la filosofía medieval. Las referencias a todos ellos (yo percibí sobre todo la de Maimónides) es una constante en la ciudad. Y precisamente de Maimónides es la siguiente escultura sedente:

Córdoba

A pie de muralla hay otra escultura, esta vez de Averroes:

Córdoba

Y, sin más, por hoy me despido con esto, sabía que me encontraría con una bonita ciudad. Pero la realidad superó a mis expectativas con creces. Fue una gran sorpresa. Por ahora, hasta pronto Córdoba, hasta pronto lectores, pero volveré....

Setenil de las Bodegas: Blanco y negro

¡Aún no he estado allí! Esta vez me saltaré un poco el procedimiento habitual del blog, para comentar impresiones sobre un lugar geográfico en el que aún no he estado, pero que, por supuesto, tengo bastante interés en conocer personalmente. Pero es que debido a sus llamativas fotografías no lo he podido resistir, así que lo apuntaré a mi lista de objetivos. Hace un tiempo alguien me hizo llegar una presentación de Power Point con unas fotos sobre la localidad en cuestión: Setenil de las Bodegas, en Cádiz, un pueblo de interior cercano a la Serranía de Ronda (y eso ya es de Málaga), uno de esos "Pueblos Blancos" de Andalucía. Un lugar que, me da la impresión, es uno de esos injustamente olvidados por el resto de España.

Setenil

Ya probablemente en época prehistórica hubieran existido cuevas habitadas en este enclave, lo cual explicaría el negruzco color de esos techos que vemos en las fotografías, aunque no se conoce muy bien el origen de la población.

Setenil

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

Setenil de las Bodegas (Cádiz)

¿No les parece que es, sencillamente, una maravilla?

Más información, aquí, y también aquí.

Teruel: blanco y verde

Una de mis visitas veraniegas fue a la ciudad de Teruel y una zona de la Sierra de Albarracín, en la misma provincia. Lo primero fue pasear por la capital, con cierto toque de mala fortuna, pues... no, no fue la lluvia, ni la tormenta, ni nada de eso... sino que era el día posterior a las fiestas locales, de manera que la ciudad rezumaba por los cuatro costados su aroma a basura esparcida por cada rincón, alcohol vertido y mezclado con orines varios sobre el asfalto y las aceras, mas los productos de limpieza, con también cierto toque fétido....  Sin embargo, si intento no dejarme influir por el ambiente y esas indeseables circunstancias concretas (mala suerte, la verdad) la imagen de Teruel es muy grata, una pequeña ciudad humilde y sencilla, con una catedral diferente a lo que acostumbramos a ver y con varias cosillas interesantes, pese a sus reducidas dimensiones. Sería buena idea volver en otra ocasión (asegurándome previamente de hallarme bien lejos de toda fiesta, criterio que aplicaré de ahora en adelante a mis futuros viajes).

Teruel

Parte superior de la Escalinata (Teruel)

Teruel

Plaza del Torico (Teruel)

Teruel

Ayuntamiento y Catedral de Teruel

Teruel

Acueducto de Teruel

Teruel

Torre Mudéjar (Teruel)

Teruel

Teruel

Posteriormente cuando empiezas a recorrer otra parte de su provincia, la zona de la Sierra de Albarracín, la suerte sonríe más ampliamente, pues al parecer ningunas otras fiestas nos sorprendieron. Albarracín era un pueblo precioso, pero conviene tener buena forma física para subir a su casco histórico (al que se accede tras unos cuantos escalones). Sin duda era el más bonito de toda la zona, pues del resto no sabría destacar nada en especial, serían pequeños pueblos de provincia (y tan pequeños). Alguno sí que destacaría, por ser más pintoresco que el resto, Griegos, que es por cierto una de las mayores alturas de nuestro país. En invierno es zona para esquiadores. Ahora en verano estaba la zona bastante seca, así que supongo que quizá la mejor estación para este tipo de excursiones sea la primavera, o incluso ahora mismo, el otoño.

Albarracín

Albarracín (Teruel)

Albarracín

Albarracín (Teruel)

Albarracín

Plaza Mayor de Albarracín (Teruel)

Albarracín

Albarracín y su muralla en lo alto

Si te gusta el senderismo, Teruel es tu sitio, sin lugar a dudas. Por primera vez en mi vida veo cómo la señalización y medios son mucho mejores ¡para los caminantes que para los vehículos! Lo cual no me parece mal, pero creo que unas condiciones mínimas deberían darse para ambas partes. Aunque desafortunadamente siempre hay una de las partes que tiene que verse más perjudicada.

Griegos (Teruel)

Griegos (Teruel)

Griegos (Teruel)

Una calle de Griegos (Teruel)

Griegos (Teruel)

Griegos (Teruel)

 

Lisboa: el amarillo

Lisboa: el amarillo

Llego con algo de retraso pero no tiene importancia. Aunque el viaje del que voy a hablar a continuación lo hice allá por Semana Santa, en realidad creo que se trata de algo atemporal que puede ser tratado cuando se quiera. Hace algunas semanas que no he trabajado para el blog, pero ya estoy aquí de nuevo y seguiré apareciendo con cierta intermitencia.

Quien conozca Lisboa seguramente alcance a comprender por qué he titulado este artículo como "Lisboa: el amarillo", y es que dentro del colorido que podemos observar en la capital portuguesa puede apreciarse, especialmente en algunas zonas, un ligero predominio del color amarillo en su conjunto: no sólo hablo de edificios, también los autobuses son de este color, y por supuesto también ¡el tranvía! el rasgo distintivo de Lisboa. Aunque curiosamente me falló un elemento en este panorama: los Correos de Portugal, sus buzones, son de color ¡rojo! Exactamente como en Inglaterra.

Mi color favorito es el amarillo (como las paredes de mi habitación), pese a quien le pese (consciente de la mala fama de este color en mi país, España), así que no fue muy complicado que esta lunática del amarillo y de los colores acabara enamorándose de Lisboa. No era sólo el amarillo, no eran sólo los tranvías, que tanta magia le dan a una ciudad, eran también sus amplias plazas, sus laboriosas aceras, sus vistas, su Plaza del Comercio (abierta al río Tajo), el barrio de la Alfama y sus tan estrechas callejuelas... ¡su rica comida y sus deliciosísimos dulces! Realmente hacen unos dulces exquisitos en Lisboa, y yo que soy una golosa pues me beneficié del buen hacer de los reposteros lisboetas.

De vuelta en la carretera, de camino, hice una parada de una hora aproximadamente en Évora, un precioso lugar que además tenía monumentos romanos, como un acueducto y un templo de Diana, el emblema de la ciudad. También el color de esta población era de lo más seductor: blanco con toques amarillos. Desde luego yo estaba en mi salsa.

En Évora me resultó algo inevitable que la banda sonora de mi mente mientras paseaba por sus calles fuera el célebre Tango to Evora de Lorena McKennitt, tan hermosa melodía para dar colofón a mi grata experiencia en Portugal.

Hubo suerte

Hubo suerte

En el ya pasado puente de San José hice un viaje inesperado. Un vago plan inicial de visitar Córdoba terminó por ser sustituido por tierras extremeñas: concretamente terminé en el Valle del Jerte, en el norte de Cáceres, recorriendo los pueblecillos de Navaconcejo, Cabezuela del Valle y Jerte (otros quedarán para otra ocasión). Que por cierto, eran fiestas en Jerte y cruzar la carretera de dicho pueblecillo costó más que rodear la M-30 madrileña... fue una auténtica odisea.

Digo que hubo suerte porque, de los quince días al año en que florecen los cerezos (fecha hasta cierto punto incierta) encontré los cerezos en flor. Y como muestra dejo una foto de las que me traje de recuerdo. El paisaje extremeño siguió, una vez más, sorprendiéndome. ¡Y sus espléndidos higos secos también! ¡Qué maravillas!  Córdoba me tendrá que seguir esperando, y mira que también le tengo ganas.